Con la llegada del otoño nuestro sistema inmunológico enfrenta un mayor desafío: las bajas temperaturas y los cambios estacionales aumentan la exposición a virus respiratorios y otros agentes infecciosos. Por ello, adaptar nuestros hábitos de ejercicio y alimentación es clave para mantener la salud y la energía durante esta temporada.

Ejercicio constante y adaptado al clima

La actividad física regular no solo ayuda a mantener un peso saludable y la fuerza muscular, sino que también fortalece el sistema inmune frente a virus y bacterias. De acuerdo con los expertos de Sport City, combinar ejercicios de cardio, fuerza y movilidad con la intensidad adecuada al clima es clave para maximizar estos beneficios durante el otoño. Además, realizar un calentamiento de 10 a 15 minutos antes de entrenar prepara los músculos y articulaciones, reduce el riesgo de lesiones y permite que el organismo se adapte gradualmente a la actividad física en temperaturas bajas. Esta preparación integral contribuye a mantener el cuerpo activo, seguro y con una respuesta inmunológica más efectiva durante la temporada de frío.

Nutrición que potencia las defensas

El sistema inmune depende de los nutrientes que aportamos a nuestro cuerpo. Una dieta rica en vitaminas A, C y D, así como minerales como zinc y hierro, fortalece las defensas y mejora la respuesta frente a infecciones. Frutas cítricas, verduras de hoja verde, frutos secos, leguminosas y proteínas magras son fundamentales. Mantener una adecuada hidratación, incluso en clima frío, también es crucial, ya que el cuerpo sigue perdiendo líquidos a través de la respiración y el sudor.

Ropa y hábitos para protegerse del frío

El uso de prendas térmicas y transpirables permite mantener la temperatura corporal durante el ejercicio sin generar exceso de sudor. Vestirse por capas y ajustar la ropa según la actividad física ayuda a evitar cambios bruscos de temperatura que podrían afectar la función del sistema inmune.

Descanso y recuperación

Dormir 7 horas diarias, así como permitir tiempo de recuperación entre entrenamientos, es fundamental para que el cuerpo pueda reparar tejidos, regular hormonas y mantener las defensas en niveles óptimos. La recuperación también reduce el riesgo de fatiga y lesiones, elementos que pueden debilitar la respuesta inmunológica.

Adoptar estas prácticas simples pero efectivas ayuda a mantener la salud física y mental, reforzando la capacidad del organismo para enfrentar los retos propios de la temporada de frío.